Si en algún momento de tu vida pierdes el empleo, por mucho que odies a tu ex jefe o tu ex empresa no es recomendable que hagas lo que hizo Steven Barnes, Ingeniero Informático de Akimbo Systems, porque el resultado es cárcel segura.
Barnes estaba furioso. Completamente furioso. Lo habían despedido de la compañía donde trabajaba, según él de manera completamente indebida, ya que un puñado de representantes de la empresa se habría metido a su casa, bate de béisbol en mano para amenazarlo, quitarle su computador y sus trabajos y luego despedirlo. Lo curioso es que nunca reportó el caso a la policía (todo esto ocurrió el 2003, para que vean que la justicia es lenta en todas partes del mundo) ni dio una explicación del porqué de su despido tan particular.
Y parece que cinco meses después de ese incidente seguía furioso, porque un día curioseando se le ocurrió probar si las contraseñas de acceso a los servidores de la empresa seguían funcionando. Para desgracia del administrador de sistemas de Akimbo (que debe haber perdido el empleo también después de esto, no veo otra posibilidad), las contraseñas eran las mismas y don Steven no halló nada mejor que ponerse a hacer maldades en el servidor aprovechando que tenía acceso total a la máquina.
Lo primero que hizo fue dejar el servidor de correos corporativo abierto para que terceros pudieran mandar mails a través de él (un open relay server, el manjar de los spammers). Luego de eso borró toda la base de datos de emails del servidor Microsoft Exchange y a continuación jugó con los archivos del servidor, modificando y eliminando cosas que tarde o temprano iban a lograr que la máquina se colgara.
En Akimbo se dieron cuenta al poco tiempo al ver que mágicamente no podían enviar ni recibir emails y que además estaban en lista negra antispam en todos lados. Luego de garabatear al administrador del sistema por menudo error de seguridad (si despides a un empleado con un puesto crítico que tenga acceso a las claves del sistema debes cambiarlas, como mínimo) fue a tribunales y lograron que tras varios años de juicio se condenara a Barnes a un año y un día de cárcel además del pago de una multa de USD 54,000 (casi 35.000.000 de pesos chilenos) y tres años de libertad vigilada. Comenzara a cumplir su condena en enero de 2009.
O sea, no intenten hacer esto en casa.