Hace unas semanas tuve una experiencia tan desagradable con Entel que estuve sin teléfono como un mes mandandolo apenas llegaba porque se las arreglaban para enviarme unidades defectuosas para recambio. Durante esos días me di cuenta que ni la gente ni la empresa se preocupa por la información privada que dejan en sus teléfonos.
El anterior es tan solo uno de los mensajes que encontré en los diversos equipos que me entregó la compañía, yendo desde el día a día de -quien supongo era- una mujer de 30 años hasta la familia de «Maurito» que murió. Si bien la gente está paranoica sobre el robo de identidad y que su privacidad sea violada en todos los sentidos posibles, virtualmente no hay esfuerzos por educar a las personas ni recursos en la red para saber cómo borrar tus datos privados a excepción de un sitio en inglés de Recellular.com.
Lamentablemente la telefonía móvil es la punta del iceberg y el fenómeno se expande a todos lados. Desde las fotos que tu polola olvidó borrar de la cámara hasta la colección de material audiovisual para adultos que no borraste del disco duro que acabas de vender no pareciera que la gente está preocupada por lo que pueda pasar con su información privada. ¿Han tomado medidas para educarse a ustedes mismos y a sus cercanos sobre la seguridad de la información privada o les importa un rábano que les lean todos los mensajes de texto y correos en el teléfono?