Los que me conocen saben que disto de ser una persona amable. Si bien la indiferencia es mi método número uno de hacer frente a la estupidez humana y la -común- falta de sentido común en la gente una de las cosas que más me descoloca es tener que interrumpir mi método de trabajo para hacerle un favor retardado a alguien.
Todo partió porque un amigo de la familia se encontró un iPod nano en la calle. Siendo una persona mayor cuyo acercamiento más grande a la tecnología es el control remoto de un DVD de 30 dólares me lo pasaron para colocarle los empitry más taquilleros del mundo. ¿El problema? En vez de traerme la música en discos o similar me dieron este tracklist:
El gran problema (aparte de «piratear») es que a la gran mayoría de los grupos y artistas de la lista nacieron antes de la invención de la escritura o tienen un público objetivo cuyo manejo en Internet es nulo. Sí, suena feo pero más de la mitad de la gente en el país simplemente no tiene acceso a Internet y de los que tienen la gran mayoría pareciera que tuvieran daño cerebral por la manera en la que escriben los mensajes en Facebook o MSN.
Para gustos hay colores y aunque no lo tengo a mano han salido hasta estudios que indican que la gente que usa Twitter es más inteligente que quienes prefieren Facebook por ejemplo (en mi experiencia personal agrego que también son más engreídos, envidiosos y vanidosos) y creo que pasa lo mismo con los servicios de descarga de archivos. Es así como algunos usan una red social por sobre otra, unos juegan futbol y otros ajedrez, unos tienen macs y otros pc, incluso algunos tienen wii y otros play station, la gente que escucha la musica a la que me veo sometido descargar simplemente no usa bittorrent, obligándome a entrar al mundo dominado por cerebros aresianos.
Hasta antes del septiembre eterno los archivos se compartían fácilmente a través de servidores FTP, usenet u otros en donde todo el mundo se tomaba dos minutos para entender cómo funcionan las cosas (no necesariamente a la perfección, pero sí lo suficente como para no avergonzarse a sí mismos) y aprovechar al máximo esa conexión de 14 baudios.
El tiempo pasó, empezaron a aparecer servicios para compartir archivos cada vez mas fáciles y la gente agarró la noción (en parte debido a la máquina publicitaria de las empresas) de que el Internet lo hace todo en un abrir y cerrar de ojos tan fácilmente que hasta un simio con síndrome de down puede utilizarlo. Paralelamente organizaciones dedicadas a proteger el anticuado derecho de autor por lo que los sistemas «simples» para descargar archivos se volvieron cada vez más complejos como fue el caso de los gatitos de rapidshare o los sistemas para anonimizar enlaces que diversos foros utilizan para compartir archivos.
Mientras los usuarios que buscaban el camino fácil tuvieron que enfrentarse a asquerosos sistemas de descarga por partes vía web, programas como Ares llenos de «nombre de la cancion que buscas.exe» y páginas que engañan a los buscadores para aparecer siempre con las cadenas de búsqueda que colocas los usuarios más inteligentes y meticulosos descubrimos sistemas como bit torrent que son hermosamente simples, están llenos de contenido y -si haces bien tu trabajo- libres de publicidad maliciosa.
Al principio traté de ser empático con la situación pero luego de instalar Ares, buscar el tema, saltar los falsos positivos y demases para terminar colocándole música a un iPod que de seguro sufrirá una muerte idiota como caerse del bolsillo de la camisa al WC lo único que quiero hacer es estrangular (o al menos castrar) a cada uno de los usuarios que prefieren el método facilista al usar el PC y hacen que el Internet esté lleno de anuncios que me hacen perder la fé en la humanidad.
En definitiva, hay un dicho que dice somos lo que comemos, creo que tambien somos lo que descargamos y cómo lo bajamos.
[Agradecimientos a Mvcvpvrvlent por ayudar a realizar esta pieza de opinión y a los shipamoclis de la cancha de fútbol al lado de mi casa por fomentar mi misantropía.]