Este año se cumplen 50 años del primer microprocesador del mundo, el Intel 4004.
Con su lanzamiento en 1971, el 4004 sentó las bases del camino de la computación moderna con microprocesadores, los «cerebros» que hacen posible casi toda la tecnología actual, desde la nube hasta el edge. Estos permiten la convergencia de los cuatro super poderes tecnológicos -la computación ubicua, la conectividad omnipresente, la infraestructura de la nube al edge y la inteligencia artificial- y crean un ritmo de innovación que, hoy más que nunca, avanza a gran velocidad.
El 4004 es el microprocesador pionero, su éxito demostró que era posible construir circuitos integrados complejos y meterlos en un chip del tamaño de una uña. Su invención también estableció una nueva metodología de diseño lógico aleatorio, una metodología en la que se basarían las siguientes generaciones de microprocesadores, antes de evolucionar para crear los chips que se encuentran en los dispositivos modernos de hoy en día.
En 1969, el fabricante japonés Nippon Calculating Machine Corp. se puso en contacto con Intel para diseñar un conjunto de circuitos integrados para su calculadora de prototipo de ingeniería, la Busicom 141-PF. El ingeniero de Intel, Faggin, y su equipo adaptaron los planes originales para 12 chips personalizados y diseñaron un conjunto de cuatro chips -incluyendo la CPU 4004- que respondían al reto. Al final, el 4004, con el tamaño de una uña humana, ofrecía la misma potencia de cálculo que el primer ordenador electrónico fabricado en 1946, el cuál llenaba una habitación entera.