Transformers 2: La venganza de los Caídos es, sin duda, la película del invierno (o verano para quienes están en el hemisferio norte). Se trata de explosiones, robots gigantes, mujeres perfectas y más explosiones. Con 555 tomas de efectos especiales (lo que equivale a 1/4 de la película), el triple de robots que en la primera película (46 versus 14), y una estación de trabajo explotando, Transformers 2 es tan interesante en la pantalla grande como en el proceso de su producción.
Pero, ¿cómo llegó a hacerse realidad?
Bueno, como casi con todas las películas, todo parte en un bloc de dibujo, donde el director plasma su visión, lo que tiene en su cabeza para que poco a poco, y con la ayuda de otros artistas y técnicos vayan dando forma a los personajes. La gracia es que con Transformers 2, este proceso comenzó incluso antes de que existiera un guión.
Michael Bay, el director, ya sabía qué personajes robots quería ver en la película, por lo que junto a un grupo de artistas realizó los primeros diseños y sólo después se los entregaron a los guionistas para que se inspiraran y crearan una película y a los especialistas en efectos visuales para que crearan los blueprints. De esta última parte estaba encargada Industrial Light & Magic, la empresa de George Lucas
Muy bien. Después vino todo el trabajo de los actores… frente a la nada. Como, naturalmente, los robots gigantes no existen, todavía, los actores tenían que actuar frente a unas varas que podían llegar hasta los 30 pies de altura y que representaban a los robots, de modo que mirando la punta de las varas los actores eran filmados como si estuvieran hablando con un personaje metálico. Hasta ahí nada nuevo. El tema era que en cada toma tenía que haber un técnico de ILM fotografiando todo para que los supercomputadores pudieran reproducir cada una de las condiciones lumínicas para poder dibujar correctamente los robots.
Ah, y en cuanto a los robots, los magos de ILM se demoraban 12 semanas en sólo dibujar un robot, luego otras 12 a 15 semanas para armar cada una de las estructuras y esqueletos que los sostienen. Y luego viene la pintura. Un trabajo de chinos. ¿Qué cuánto se demoraban en una secuencia de transformación de un robot de esas que no duran más de 2 segundos? Varias semanas. Y todo porque eran dibujadas cuadro por cuadro… a mano.
Incluso, ILM tuvo que desarrollar software específico para esta película. Por ejemplo, las escenas de los robots bajo el agua necesitaron del desarrollo de un plug-in especial que permitiera recrear de manera realista la luz bajo el agua. De modo que el plug-in tomaba la animación y la transformaba para que se viera como si se hubiera filmado bajo el agua. Antes de esta película, ILM no contaba con dicho software.
Un par de datos triviales: mientras la primera película sólo utilizó 20 terabytes, su secuela llegó a los 145 terabytes, lo que equivale a unos 35.000 dvd’s.
Optimus Prime está compuesto de más de 10.000 piezas digitales y el Devastator… 80.000. El algoritmo diseñado por ILM controla cada una de esas piezas para lograr la transformación correspondiente.
72 horas se demoraban en renderizar un sólo cuadro de la versión IMAX de la película. En un PC de última línea se demoraría 3 años.
Como los genios de ILM tuvieron que trabajar el doble para reproducir toda esa magia en pantallas IMAX, sus estaciones de trabajo y servidores sufrieron la carga. Tanto así, que una noche unos cuantos computadores explotaron!
Ah, ¿quieres saber cuánto te demorarías en tu computador casero renderizar toda esta película? 16.000 años. Poquito!.