Durante fiestas patrias oimos a los mafiosos activistas pro copyright reclamar que un ringtone era casi equivalente a un concierto en vivo, por lo que querían recibir regalías cada vez que una canción sonara. Afortunadamente una jueza no cayó bajo esos «argumentos» y dictaminó que los ringtones no califican como reproducciones o interpretaciones en vivo.
La jueza a cargo del caso, Denise Cote, dijo que los operadores móviles no tienen cómo controlar cuándo y cómo se toca un ringtone, y que los carriers no reciben ganancias cada vez que esto ocurre. Agregó también que el tocar una obra en público implica un gran número de personas fuera del círculo social donde quien tiene el ringtone está, por lo que no podrán demandarnos por cantarle la canción de cumpleaños a nuestro sobrino o poner la música fuerte en el auto.